La energía de la semana: cuando el telón se levanta
Hay semanas en las que parece que todo está en suspenso, como si la vida aguardara una señal invisible para volver a moverse. Esta es una de esas semanas. Mercurio, el planeta de la palabra y las ideas, despierta y se pone directo en Leo, iluminando con un foco nuevo lo que quedó a medias desde mediados de julio. Es como si la luz volviera a encenderse en una sala que llevaba demasiado tiempo a media penumbra: las figuras se definen, las conversaciones interrumpidas recuperan su pulso, y la sensación de avance regresa poco a poco. No se trata de correr, sino de escuchar con atención el instante en que el semáforo cambia de rojo a verde.
La Luna, siempre marcando el ritmo emocional, transita el lunes por Piscis. El ambiente se tiñe de una sensibilidad difusa, como si estuviéramos despertando de un sueño que aún no entendemos del todo. Hay intuiciones que se cuelan en los gestos y emociones que no necesitan explicación, solo presencia.
El martes, al entrar en Aries, la bruma se disipa: llega un golpe de energía, ganas de probar y de abrir caminos. Este cambio coincide con un diálogo inusual entre Saturno y Urano, que cruzan miradas de complicidad desde signos nuevos. Es un encuentro que mezcla lo que permanece con lo que se atreve, lo tradicional con lo inesperado. Ese mismo día, Venus y Júpiter se encuentran en Cáncer, y la ternura adquiere un tono expansivo: el cuidado, el hogar y los vínculos se convierten en fuente de abundancia y en un refugio que fortalece.
La mitad de la semana nos encuentra con la Luna en Tauro, sólida y paciente, bajando el ritmo después del impulso inicial. Es un momento para asentarse, tocar lo real, saborear lo que está aquí sin prisas. Bajo esta Luna, el viernes, Mercurio y Marte trazan un primer puente: palabras que se alinean con la acción, promesas que empiezan a tomar forma. Es un ensayo, una primera oportunidad de expresar lo que importa.
El fin de semana, la Luna entra en Géminis, ligera, inquieta, abriendo un aire de conversación, movimiento y curiosidad. Entre encuentros y noticias, es fácil sentir que el ritmo se acelera, y el lunes siguiente, la segunda conexión entre Mercurio y Marte nos ofrece otra vuelta de la espiral: la ocasión de decir lo mismo pero mejor, de afinar el mensaje o dar el paso que antes dudaba.
Todo esto sucede bajo la fase menguante, un tiempo que favorece cerrar ciclos, completar lo que estaba en curso y soltar lo que ya no encaja. Más que empujar para empezar, es un momento para pulir lo que queda, ordenar las piezas y reconocer el valor de las pausas. Porque no siempre avanzar es correr: a veces, es quedarse en el lugar exacto donde la claridad comienza a mostrarse.
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