El eco del eclipse lunar aún vibra en el aire como una campana que sigue resonando mucho después del golpe. La semana abre con esa sensación de suspensión: como si la vida hubiera detenido un instante el paso para que escuches lo que no suele oírse en el ruido cotidiano.
Entre un eclipse y otro, el tiempo adquiere una atmósfera de umbral, un espacio donde lo que parecía sólido se afloja y lo que estaba oculto comienza a insinuarse. Es un paisaje intermedio que no pide conclusiones, sino presencia: estar ahí, aunque no sepas del todo hacia dónde conduce.
La Luna inicia el lunes en Aries, todavía iluminada por la sombra del eclipse. Es un fuego que despierta impulsos de acción, aunque bajo un cielo que pide calma. Es como querer correr cuando aún no ves con claridad el camino.
Conforme avanza hacia Tauro a mitad de semana, la energía se vuelve más terrenal: se abre la necesidad de bajar al cuerpo, de cuidar lo simple, de hacer pausas en medio de tanto movimiento interno. El tránsito por Tauro puede sentirse como un recordatorio de que lo seguro no está afuera, sino en lo que sabes sostener con tus manos y tu calma.
Cuando la Luna entra en Géminis el viernes, el aire se llena de palabras y conexiones. Es entonces cuando los sextiles del Sol y Mercurio con Júpiter suavizan el ambiente y traen probabilidades de encuentros amables, noticias alentadoras o conversaciones que iluminan. Lo que días antes parecía bloqueo puede revelar un ángulo distinto, casi como abrir una ventana en una habitación cerrada.
El fin de semana culmina con el cazimi de Sol y Mercurio: un instante de claridad que rara vez se da con tanta nitidez. Puede sentirse como si el corazón y la mente coincidieran en una frase exacta, una revelación que cabe en pocas palabras.
En paralelo, el paso de Sol y Mercurio por el Nodo Sur en Virgo recuerda la otra cara de este tiempo: soltar lo que ya no aporta, despedirse de hábitos, rutinas o perfeccionismos que más que sostener, drenan. Igual que la Luna menguante, este tránsito pide vaciar antes que acumular, liberar espacio antes de atravesar la puerta del próximo eclipse solar. No es un gesto de pérdida, sino de claridad: lo que dejas atrás crea la forma de lo que está por venir.
Así, la semana avanza con un pulso doble: entre lo que se despide y lo que se insinúa, entre la quietud interior y la promesa de claridad. Es probable que sientas contradicciones: el deseo de hacer y la necesidad de soltar, la urgencia y la paciencia. Justo ahí está la enseñanza de este umbral: en habitar la paradoja sin resolverla del todo, confiando en que las piezas encontrarán su sitio cuando llegue el momento.
Hay semanas en que el cielo parece hablar en voz baja, como si solo quienes prestan verdadera atención pudieran descifrarlo. Este es uno de esos momentos: lo que se mueve entre eclipses rara vez se muestra en la superficie.
Cada signo recibe este eco de un modo distinto: algunos lo sienten como urgencia, otros como claridad inesperada o como la necesidad de soltar viejas pieles. La lectura completa para tu signo abre esa puerta: una guía precisa que transforma la intuición en dirección clara.
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